Pues bien, Inés y yo le dimos el visto bueno a las "ideas de bombero" de Sofi y llegamos a Calvi el lunes con la intención de quedarnos sólo una noche. Pero los planes nocturnos siempre son imprevisibles sobre todo cuando te encuentras en semejante puerto lleno de yates que te incitan a subirte. No resistimos la tentación de abordar uno después de cenar y nos colamos en este:
La noche fue muuuy larga por lo que la resaca del día siguiente también y preferimos postponer lo
de hacer senderimo, disfrutar un día más de Calvi y aprovecharnos de la amabilidad de Antonio (el supuesto dueño del barco) que nos invitó a comer. Dudamos por un momento y luego pensamos: "¿Comida gratis en un yate? ¡allá vamos!".
El miércoles nos despertamos con las pilas cargadas listas para hacer las 4 horas de ruta en Piana, visitando primero la "roca corazón" y estuvimos a punto de llegar después a la Torre Genovesa del acantilado Rojo, pero hacía unos 35 grados (bueno quizá estoy exagerando) y mis manos se habían hinchado como morcillas de Brugos por el calor.
Por eso a las 4 horas dimos por terminada la excursión y repusimos fuerzas en la playa de Piana y disfrutando la larga vuelta en coche a casa viendo la puesta de sol.